MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
La cuenta regresiva para el término de lo que paradójicamente podría ser el inicio del fin del accidentado proceso democrático dominicano, está en marcha. Sólo la Divina Providencia puede evitar, y sería una injusticia, que los envilecidos de hoy a causa de su pobreza se rebelen como los esclavos que registra la historia.
La burda réplica del clientelismo disfrazado de asistencia social implementado por Joao Santana en todos los países donde fue asesor en mercadotecnia y publicidad del producto Gobierno, como tenía que ser tarde o temprano, está tan desacreditada que no hay forma de que al ciudadano ordinario lo timen, mientras “asa batatas”.
Por si algunos o muchos, da igual, no lo saben, sería de inteligentes o, al menos de aguzados, estar enterados de lo que se cuece a fuego lento, cual apetitoso manjar, en el más nocivo de los tribunales electorales que registrará la historia. Ni más ni menos.
Como bien dijo el presidente Danilo Medina, la campaña reeleccionista que iniciara con las llamadas visitas sorpresa, antes de tomar posesión en el 2012 y el uso abusivo de los recursos del Estado durante su permanente proselitismo, fue conseguida, con creces puede decirse.
En atención a que no ha sido ningún Juan de los palotes, sino él quien también dijo que quería ganar de manera contundente las elecciones del 15 de mayo en todos los niveles, es decir, presidencial, municipal y congresal, podría considerarse obvio que ahora comienza la segunda parte del plan diseñado por Joao Santana, y que el presidente de la Junta Central Electoral (JCE) tiene que ejecutar o atenerse a las consecuencias.
En estos momentos, es de orden recordar hasta la saciedad, si es preciso, que a quien se le está exigiendo transparencia con el derecho que otorga a todos los ciudadanos de este país la Constitución y la Ley Electoral 275-97, vigente aún por la tozudez interesada del Comité Político peledeísta, no es al insigne doctor Emilio de los Santos ni al no menos prohombre don Ángel María Liz.
Es a un delfín del Comité Central del Partido de la Liberación Dominicana llevado a la Junta para hacer lo que hizo en los comicios de 2012 y para instrumentar, ahora con tecnología electrónica, el fraude que inaugure efectivamente la República Digital.
Aceptar el escrutinio del 100% del nivel presidencial desde los colegios electorales, pero después de la transmisión de los resultados electrónicos, lejos de ser una actitud encomiable de Roberto Rosario, quien en realidad es el llamado pleno de la JCE, constituye una confesión de parte.
Ante tantos indicios y antecedentes que apuntalan como cierto un hecho que estaría por venir, sólo se me ocurre exclamar,